Esta coyuntura que estamos viviendo nos ha llevado a una nueva disciplina para el trabajo, el entretenimiento, el manejo de las relaciones con la familia. Nos ha llevado a reflexionar muy seguramente, sobre lo que pensábamos era necesario y ya no lo es, incluso que ahora podemos calificar superfluo, y para mi lo más significativo ha sido volver a disfrutar el poder de lo simple.
Y en el campo del entretenimiento “digital”, si me permiten llamarlo así, hemos tenido mucho tiempo para recrearnos con la habilidad y alta dosis de ingenio en los famosos “memes”, una forma “simple” de compartirnos una idea, reflexión o situación, muchas veces de forma divertida que en este momento puede llegar muchas veces como agua fresca y paliativo de la rutina. No deja de sorprenderme la creatividad de estos artistas digitales que con sus ocurrencias han pedido, entre otros, el reseteo del año 2020 para eliminar el virus. Y entre tantos de estos memes que han llegado, debo ser sincera el que más me ha impactado es el que propone el siguiente desafío al lector(a): ¿Quién de nosotros incluyó el Covid 19 dentro del Análisis FODA?
Mi respuesta inicial fue una carcajada; luego la palabra WOW con muchos signos de admiración, apareció en mi mente… y lo siguiente, fue la sensación de desconcierto. En efecto, tan solo semanas atrás había tenido la oportunidad de acompañar dos procesos de planeación estratégica en empresas, había orientado un curso de este mismo tema en la Universidad, y este fenómeno no apareció en ninguna de las discusiones. Me sentí honestamente frustrada. ¿Qué nos pasó? ¿Qué fallo en el ejercicio prospectivo en el que en ningún escenario apareció esta circunstancia tan extraordinaria y abrumadora?
Me aventuro a exponer posibles respuestas, y podría decir que si, que hay varias, sin temor a equivocarme. Una primera respuesta, puede asentarse en la justificación de que estamos comenzando la tercera década del Siglo XXI, en plena “sociedad de conocimiento”, en donde la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas, la cultura del “agile”, es la autopista para resolver una problemática de semejante envergadura si apareciere; una ruta expedita en la que las grandes potencias que lideran investigaciones, prototipos, invenciones se encargarían -en teoría- de resolver lo que afana a la humanidad. En este contexto, probablemente hubiéramos considerado esta amenaza o riesgo, como un asunto que otros resolverían por nosotros.
Una segunda posibilidad, más básica podría decirse, es que hemos confundido la planeación estratégica con la planificación operacional de las Organizaciones. y sin desconocer que la dinámica del mundo ha reducido el espectro del futuro de largo plazo en muchas de las industrias a tan solo uno o dos años (cuando en el pasado se hablaba de cinco a diez), ello no nos limita a ser más disciplinados para que la evaluación y formulación estratégica nos lleve a pensar en el futuro, y en cómo enfrentarlo con ideas “fuera de la caja”.
Al buscar instintivamente la zona de confort, tal vez nuestro pensamiento estratégico computa lo que reconocemos tan solo en el entorno mas cercano e inmediato y centra los procesos de reflexión en lo cotidiano: la turbulencia política, el precio del petróleo, la guerra fría entre tal y cual país, las actuaciones de la competencia, la respuesta del mercado a dichas actuaciones, tan solo por nombrar algunos ejemplos. Cabe anotar, que, por supuesto estos hechos son relevantes y merecen de juiciosos análisis, pero nos concentra en lo convencional, y no nos deja ver que el aleteo de una mariposa a miles de kilómetros ha de transformar nuestro mundo. ¡¡Y nos pasó!! Pudo no ser una mariposa literalmente, y tal vez sí pudo ser un murciélago a quien algunos lo tildan de responsable de todo este caos; sin embargo, se cumple la premisa que la relación indirecta de causa y efecto puede impulsar transformaciones más trascendentales que aquella de carácter directo y que normalmente reconocemos sin mucho esfuerzo.
Ahora bien, consideremos una respuesta alternativa más, y para ello voy a asumir que hago parte de un equipo gerencial que tiene el reto de abordar un análisis estratégico (de cualquier Organización, para el caso de la reflexión no es importante su determinación); y en dicho contexto, se nos ha invitado a poner en práctica la denominada “taxonomía de futuros”. No estoy segura si ésta se puede definir como técnica o ciencia, pero en todo caso, es un método de pensamiento que parte de la lógica de que como el futuro no existe en el hoy, por obviedad, hay que conceptualizarlo.
Asumiendo el rol citado, de seguro animaría a mis colegas a que empezáramos por uno o varios escenarios posibles, donde todo puede pasar, y aunque conceptualmente tengo claro esta característica y hubiera promovido que pensáramos en situaciones raras que podrían pasar – incluso un tanto locas- creo que de haberme imaginado la pandemia la habría evaluado al mismo nivel y con tan solo un poco más de probabilidad que una invasión extraterrestre; muy seguramente partiendo de mi ignorancia y/o mi ingenuidad.
De ahí que, en la “objetiva evaluación” de factor probabilidad por factor de impacto para considerar oportunidades y amenazas críticas que alimentan el tradicional análisis FODA, me hubiera alineado con aquellos colegas que catalogarían estos eventos como ciencia ficción, y por ende hubiesen quedado por fuera de las prioridades de la evaluación externa que nos han enseñado, se debe abordar toda buena práctica de planeación estratégica.
El segundo paso sería imaginarnos los escenarios plausibles, que interpretando a Rosello E (2019), son aquellos que aceptamos porque son posibles, indistintamente que sean deseables o no para el ámbito que estuviéramos analizando; suponiendo entonces que el equipo en el que me encuentro estuviera visualizando este tipo de futuros, podría apostar que pasaríamos de considerar aspectos cualitativos de hechos fantásticos, a focalizarnos en eventos sobre los que con cierto nivel de certeza podríamos simular sus efectos en el comportamiento de indicadores socioeconómicos y el consecuente efectos en indicadores de demanda, costos entre otros. Cabría entonces la probabilidad de haber descartado la pandemia por no tener la conciencia de como conectar la variable “camas disponibles en unidades de cuidado intensivo” y el efecto en el cierre temporal de muchas actividades económicas.
El tercer paso, sería el de construir escenarios probables, en los que hay cierto nivel de certeza de lo que podrá pasar. Para su construcción, podríamos haber tomado dos caminos: el primero, un diseño en el que difícilmente hubiéramos incluido en esta lista la pandemia, por falta de información de que, en un lugar muy apartado de nuestra realidad, se desataba una cadena de contagio sin precedente. El segundo, en el que asumamos que hubiéramos tenido algo de información y creo yo que en el ejercicio de la reflexión alrededor de estos datos, podríamos haber descartado este evento como amenaza o como oportunidad, a partir de que sus efectos se verían “exclusivamente en el sector salud”, y si la Organización sobre la cual estuviéramos haciendo el análisis estratégico no se encontrase en este sector, descartar dicho evento se daba por sentado. ¡!!Una conclusión por supuesto absolutamente obtusa!!!
De ahí que reafirmé el título de este escrito: no hice la tarea bien, ni en la realidad ni en el ejercicio de simulación que acabo de plantear. No obstante, debo pasar de la frustración a una de los estadios emocionales que están de moda: la resiliencia. Esto me implica, aceptar que esta coyuntura nos tomó por sorpresa y que demuestra nuestra finita capacidad para resolverlo todo, y afianzar aún más mi férrea creencia: la naturaleza, las personas, las organizaciones como todo sistema abierto, somos en sí mismos, espirales en movimiento; espirales que, desde mi perspectiva personal, se pueden interpretar como un ciclo que no cierra, sino que evoluciona; y la palabra evolución conlleva aprendizaje, y con ello crecimiento.
Y es aquí donde la fuerza de los escenarios deseables, cambian el panorama: el ciclo del covid 19 tarde que temprano cerrará, y lo que nos conducirá es a ser conscientes de las oportunidades que se abren en los distintos campos y sin duda con una inusitada fuerza en el ámbito empresarial. Y es ahí en el que el famoso y bien ponderado análisis FODA, deberá sernos útil para recordarnos que la lista de la O duplicará la lista de las A.
Sandra Ximena Díaz Sánchez
Administradora de Empresas, Especialista en Gerencia de Tecnología, Magister en Gestión de Organizaciones
Consultora Asociada Empreser Tejido Empresarial
Docente Cátedra
sxdiaz@empreser-te.com
Imagen de Pete Linforth en Pixabay
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