¡El Agilísmo más que una moda, llegó para quedarse! | EMPRESER
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

Cada vez estoy más convencida que la gestión por proyectos es un modo de operación empresarial que tiene sentido. Mi punto de partida para ratificar esta apreciación, es la realidad prácticamente incontrovertible, de que las Organizaciones se enfrentan sin excepción, a desafíos del denominado entorno “V.U.C.A[1]” o entorno que se caracteriza por su volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, y ello demanda estar redefiniendo  de forma constante, sus rutas de acción. Los responsables de la dirección de las empresas, por tanto, están empoderando al siguiente nivel para que coordine la operación, y están centrando su energía vital y capacidad de gestión para sacar adelante un portafolio de proyectos de distintas magnitudes, que produzcan resultados efectivos en corto plazo.

La experiencia de haber laborado en un Grupo Empresarial que desarrolla proyectos para sus clientes por más de 25 años, sin lugar a duda, contribuye a mi paradigma sobre los beneficios que tiene la gestión de tareas y el desarrollo de las personas, a partir de un esquema que busca bajo la triple restricción de alcance, tiempo y costo, un resultado singular, novedoso, y que agrega valor al negocio.

Debo confesar, eso sí,  que lo que  ha venido cambiando en mi modelo mental, es la forma de cómo hacerlo; por mucho tiempo estuve acostumbrada a reconocer el éxito en cientos de proyectos,  en  la aplicación del modelo convencional  de gestión en el que entre otros: hay que seguir con rigurosidad la lógica diseño, construcción o desarrollo, prueba y entrega final de todas las tareas para que el cliente pueda hacer uso de sus resultados,   asegurar la planeación detallada,  procurar la documentación de todo lo que sucede para “curarse en salud”,  y ejercer un liderazgo tradicional en el cuál, el  gerente de proyecto sustenta su influencia en la  experiencia técnica para guiar de la mejor forma al equipo. Y este supuesto ha venido cambiando en mí, en la medida de que me he acercado desde la práctica y la teoría, al agilismo, que precisamente confronta las premisas citadas, con el propósito de que los resultados de un proyecto en términos de las funcionalidades del producto, servicio o proceso que constituyen su alcance, comiencen a generar beneficios de una forma más rápida.

Al revisar la literatura sobre el agilismo, se puede encontrar distintas posturas al tratar de definirlo; algunos consideran que es un método, otros que es una habilidad organizacional, una forma de pensar, una cultura, o bien un marco de referencia para ejecutar las operaciones de una empresa, y en el contexto de proyectos, para su planeación, ejecución y control. En todo caso, se le reconoce que es un conjunto de principios, valores, prácticas, herramientas que tienen como propósito producir para clientes externos o internos, “entregas de valor continuas y sostenibles” (Universidad EIA, S.f.)

La filosofía ágil para el desarrollo de proyectos se centra en cuatro valores fundamentales, que se enmarcan en lo que se conoce como el “Manifesto Agile”, los cuáles se pueden interpretar como la preferencia de   los individuos e interacciones sobre los procesos y las herramientas, el trabajo o avance por encima de la documentación, la colaboración con el cliente por encima del contrato, y responder al cambio como una prioridad frente al seguimiento del plan.  Estos valores en la práctica de gestión de proyectos, se traduce en:

  • La reducción del proceso de planeación y focalizarlo en tareas esenciales para entregar rápidamente al cliente resultados que pueda probar y poner en uso en cuestión de días.
  • La asignación de la responsabilidad de un equipo autogestionado que no requiere líderes sino facilitadores que aseguren la disponibilidad de recursos y la interacción proactiva con el cliente para que este se mantenga involucrado.

 

Mi interés por conocer más de este modelo de gestión, para despejar mis dudas de que no era una moda más que ronda el campo administrativo, me llevo a indagar acerca del tema. Por supuesto, me he encontrado con innumerable material literario, videos para entrenamiento, conferencias, publicaciones de experiencias exitosas, que dan sentido al porque tantas organizaciones están acentuando su cultura “Agile”.

Sin embargo, creo que lo más valioso hasta este momento, ha sido ubicar fuentes inspiradoras de su filosofía, encontrando para mi dicha, las reflexiones, ideas y pensamientos de Jeff Sutherland quién se considera como uno de los creadores de “SCRUM”, tal vez hoy en día el “framework” ágil más reconocido. En varios de los apartes de su libro “El arte de hacer el trabajo en la mitad del tiempo”, explica con detalle ejemplos en distintos sectores, como principios “agile” agregan valor desde distintas perspectivas, y permite a aprendices en el tema como yo, comprender el origen de los “artefactos” y “eventos” de SCRUM (así se le llama a la batería de prácticas de este enfoque de gestión), y contar con un vasto inventario de recomendaciones para aplicación de los mismos.

Particularmente, me llamó la atención la pasión de Sutherland por la cultura oriental que inspira el propósito de varias de sus propuestas conceptuales y metodológicas, incluso en el establecimiento de la trayectoria de crecimiento y desarrollo del equipo de trabajo. Tal vez, una de las reflexiones que más me ha dado sentido, tiene que ver con la importancia de reducir o mitigar el desperdicio natural que se produce en las tareas de un proyecto, partiendo de la interpretación de la filosofía Kaizen de mejora continua: Muri, Mura, Muda.

Muri: el desperdicio por irracionalidad, es decir, trabajar demasiado

Mura: el desperdicio por incongruencia, es decir, tener expectativas poco razonables

Muda: el desperdicio por los resultados de no hacer bien las cosas desde el principio

Entender está lógica lleva de forma simple, y contundente, a establecer un lineamiento para quienes gerenciamos proyectos, como el de garantizar el compromiso del equipo ejecutor de hacer una cosa a la vez, de no hacer las tareas a medias y de hacerlo bien a la primera.  Y en mi opinión, son precisamente este tipo de fundamentos los que me hacen pensar que el agilismo tiene todas las posibilidades de acentuar su influencia en el direccionamiento de proyectos  y reafirmo por tanto, que llegó para quedarse.

Referencias bibliográficas:

Universidad EIA, (S.f.) Qué es el Agilismo puede resolver. Obtenido  de: https://www.eia.edu.co/wp-content/uploads/2020/09/que-es-el-agilismo.pdf

Euroforum (3 de 10 de 2018).  Euroforum. Qué es el agilismo y porque tienes que conocerlo. Obtenido de: https://www.euroforum.es/blog/que-es-el-agilismo-y-por-que-tienes-que-conocerlo/

Pareja, D. (15 de 11 de 2018). Academia Pragma. ¿Qué es el agilismo y cuales son sus beneficios? Obtenido de: https://www.pragma.com.co/blog/que-es-el-agilismo-y-cuales-son-sus-beneficios#:~:text=El%20experto%20precisa%20que%20a,de%20software%20con%20valor%20y

Sutherland, J. (2015). Scrum. El arte de hacer el trabajo en la mitad del tiempo. México: Editorial Oceano. P.171

[1] Denominados así por sus siglas en inglés Volatility (V), Uncertatinty (U), Complexity (C) y Ambiguity (A)