Una historia cotidiana para poner a prueba la capacidad de Resiliencia | EMPRESER

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Durante el trayecto de la vida, nos vemos enfrentados a situaciones de índole personal, familiar, laboral y/o social; difíciles, adversas y complejas. Muchas de esas situaciones son percibidas como las peores y experimentamos impotencia para afrontarlas adecuadamente. Esto nos lleva a considerar que es posible que no contemos  con las habilidades y las herramientas para procesarlas, pero hoy la experiencia,  me permite reconocer que todos podemos desarrollar la resiliencia y que la vida misma nos presenta múltiples oportunidades de  trabajar las habilidades que nos harán más fuertes y capaces de responder a la presión del entorno, gestionar los reveses, superar las experiencias emocionales negativas y crecer a partir de los retos, porque todo esto es lo que significa ser resiliente.

Quiero contarles una pequeña anécdota personal, y desearía que mientras se van relacionando con la historia, imaginen ser el personaje principal que tiene todas estas vivencias y que den respuesta a las siguientes preguntas: ¿Qué hubieses hecho tú en esa situación?, ¿Cómo te hubieras sentido? ¿Qué habría impedido lograr el objetivo?, ¿Qué habría favorecido lograr el resultado? ¿Qué compromisos de cambio quieres hacer contigo mismo (a)? Si das respuesta a todas estas preguntas que te he propuesto, al final de la historia serás consciente de aquello que te hace más resiliente o de los aspectos en los que debes concentrar tus esfuerzos, para tener más desarrollada esta habilidad tan necesaria en la actualidad,  a fin de  enfrentar con éxito el entorno incierto y  cambiante en el que  nos movemos.

Eran las 11:30 a.m.  de un soleado 5 de junio de 2014, estaba en la fila del Aeropuerto Internacional el Dorado en la ciudad de Bogotá; delante de mí solo había tres personas, estaba próxima a entregar mis maletas, para luego dirigirme a inmigración y a la sala de espera, mi vuelo salía a las 2 p.m. Estaba muy ansiosa, pero al mismo tiempo muy feliz, hacia 4 años que no veía a mi hermano, a mi sobrino Gabriel y era mi primer encuentro con mi sobrino David.

Entregue mi tiquete, mi pasaporte y mis maletas repletas de regalos para mis sobrinos, seguidamente, la señorita de la aerolínea me hace la pregunta que aún retumba en mis oídos. ¿Con qué visa va a viajar?, Y yo con toda la seguridad del caso, le digo:  Yo no necesito visa para viajar a República Dominicana y ella vuelve a preguntarme, tiene la visa americana y es allí que yo recuerdo que el trabajo de los últimos 6 meses, me hizo enfocarme en las múltiples actividades que resultaron del mismo y que aunque fueron una bendición, hicieron que desviará mi atención de lo que era sumamente importante para mí en ese instante  “el viaje de reencuentro familiar”.

Recuerdo haber preguntado con mucha angustia, Usted, lo que me está diciendo es que yo no puedo viajar.   Y ella calmadamente, solo me responde, si no tiene ninguna de las dos visas, así es, No puede viajar.

Lo que segundos atrás era felicidad, en instantes se convirtió en rabia, dolor, tristeza. No podía creer que por estar centrada en lo laboral hubiese olvidado lo primordial. Lo primero que hago es llamar a mi amiga Ximena para preguntarle si efectivamente yo necesitaba la visa para viajar a República Dominicana, pues ella se trasladaba constantemente a ese país por cuestiones laborales; aún no creía lo que me estaba pasando, tristemente, mi amiga no tenía una respuesta diferente a la ya conocida.

Vuelvo entonces a coger mis maletas y retornar a casa, el llanto de rabia se apoderó de mi por unos instantes, no podía creer lo que estaba viviendo. Camino a casa, llamo a mi hermano y le indico que cancele lo correspondiente al hotel, pues los cinco días que pasaría con ellos en el Hard Rock de Punta Cana ya no serían posibles. Seguidamente, llamé a mi novio, quien es hoy mi esposo; para contarle lo sucedido y el intentaba consolarme con sus palabras de aliento, mientras salía a mi encuentro en casa de mis padres.

El recorrido desde el aeropuerto hasta la casa de mis padres me pareció sombrío, silencioso y con los pensamientos galopando a toda velocidad, resistiéndome a aceptar lo acontecido. Una vez en casa, le comenté a mi padre lo sucedido, y él como quien saca un conejo de un sombrero de mago, recuerda tener el contacto de alguien que tiene conexiones con personas de diferentes consulados y me entrega su número de teléfono. Sin pensarlo dos veces, llamo a la persona y en efecto, ella conoce al cónsul de República Dominicana, por lo tanto, me da su número de contacto con el fin de yo pueda exponerle mi situación directamente a él.

Mi corazón latía a  gran velocidad mientras hacía esa llamada,  le explico al cónsul lo sucedido y  él me dice “ Si estas  antes de las tres de la tarde en el consulado, puedo ayudarte, solo debes traer los siguientes documentos : Carta de solicitud de visa, formulario de visa, Pasaporte, certificado de ingresos expedido por un contador público, copia de la tarjeta profesional y cédula del contador,   los últimos 3 desprendibles bancarios,  certificado de  no antecedentes penales,  una foto y el dinero para pagar la expedición de la misma.

Creí que me había caído un baldado de agua fría cuando recibo la lista de todo lo que necesitaba tener listo en menos de 2 horas si quería tener visa para el mismo día. Me sentía aplastada, como un balón desinflado, sin embargo, tomé aire, y mi cuerpo entero se llenó de una energía extraordinaria y la motivación de sentir el abrazo de 2 pequeños, hizo que me pusiera manos a la obra.

Mientras yo en un computador, hacia la carta y diligenciaba el formulario de visa e imprimía los extractos bancarios, mi novio llamaba a la contadora de su empresa para que me certificara los ingresos   y me enviara los documentos  escaneados a mi correo electrónico; así mismo,  me ayudaba a solicitar el certificado de no antecedentes, ya casi estaba listo todo, mi padre por su lado, conseguía  el taxi que me llevaría a  tomarme  la foto; debo decir, que nunca he percibido más lenta una impresora de fotos que en ese instante. Recuerdo que el fotógrafo quería entregarme las 8 fotos recortadas y yo con mucha angustia y acelere le replicaba que solo requería una, solo una.  Los trancones en las vías no se hicieron esperar, los segundos y minutos para mi parecieron horas.

Son las 2:55 p.m. acabo de entrar al consulado, mientras espero ser atendida realicé dos o tres llamadas a varios amigos para que me averiguaran si podía viajar ese mismo día en horas de la noche y cuánto me costaría ese ajuste en el tiquete.  Para no hacer más larga la historia, el 6 de junio estreche entre mis brazos a unos sobrinos preciosos y me deleite con sus juegos de niños. Disfruté de cuatro inolvidables días en el hotel Hard Rock de República Dominicana.

Hoy al recordar esa experiencia, tomo consciencia de la cantidad de habilidades que logre poner en acción para resolver lo que en ese momento yo percibía como una situación adversa y quisiera compartir con usted querido (a) lector (a), algunos de esos aprendizajes.

La resiliencia se fortalece cuando:

  1. Se brinda seguridad a las personas, afortunadamente desde la niñez, me inculcaron confianza y seguridad para hacer frente a los altibajos del entorno.
  2. Se siente el acompañamiento de otras personas, dado que es un factor relevante para sobreponerse a la adversidad, con fortuna también las manos para apoyarme estuvieron presentes en ese momento.
  3. Se toma conciencia de los pensamientos, emociones y comportamientos; lo que pude lograr gracias al trabajo que había venido haciendo desde un tiempo atrás mediante procesos de fortalecimiento de mi inteligencia emocional, los cuales tomaron sentido en ese instante.
  4. Se entiende la realidad de la situación y frente a ella se toma acción. Frente a este aspecto, logré darme cuenta de que la situación ya había sucedido y eso no lo podía cambiar, pero si podía cambiar la percepción sobre la situación misma y la manera en la que actuaría para lograr un resultado diferente.
  5. Se demuestra agilidad mental, esta habilidad fue una invitada que me facilitó ver diferentes puntos de vista de la situación, tomar decisiones y darle solución al problema.
  6. Se es optimista y esto en mi familia era tomado como un valor esencial, por ende, crecí rodeada de pensamientos y palabras primordialmente positivas y allí entendí el papel tan importante que juega, dado que me permitió tener la fe y la esperanza de lograr resultados positivos en el futuro inmediato, pudiendo demostrar una actitud para continuar y persistir hasta lograr el resultado deseado.
  7. Tener conexiones personales en diferentes entornos que pudieran brindarme la guía y el apoyo en los momentos difíciles y a quienes pudiera retribuir de igual manera llegado el caso. Aunque en esta experiencia las relaciones no las había establecido yo directamente, valoré una vez más que la red de contactos contribuye al logro de metas y objetivos.
  8. Se reconoce que como humanos no estamos exentos de cometer errores, pero que si estos son observados de manera positiva; descubriremos los aprendizajes que esconden, las consecuencias positivas que pueden traer y la oportunidad que brindan de confrontarnos con lo que somos y de lo qué estamos hechos, así mismo, nos libera para perseguir nuevas metas y porque no, puede hacernos reír …más tarde.

Es el momento, en el que, a manera de conclusión de la historia, si tu fueras el protagonista de esta podrías sumar tus aprendizajes dando respuesta a las siguientes preguntas: ¿Qué lograste identificar de ti mismo?  y ¿Con qué deseas comprometerte para mejorar tu habilidad de resiliencia?